Sin título - Cuando las musas se arrodillan


Se arrodilla de espaldas a mí, a cambio de su sumisión quería recibir un trozo de mi candente amor.

Esa vez tenía ganas de jugar bonito, verla así me inspiraba tanto ternura como pensamientos obscenos.

Con dulzura en su mirada y candela en las manos, cerró sus ojos y se agitó, mientras acariciaba con un dedo de arriba a abajo su espalda.

Mi hermosa musa escondía dentro de ella la picardía e inocencia necesaria para encender mis sentidos.

En su piel el júbilo se realzaba al saberse mía y el candor de entre sus piernas me incitaban a poseerla.

Con locura desmedida la tomé por las caderas y extasiado comencé a acariciarla, con malicia y con el morbo brotando de mis yemas empecé a tocarla. 

No podía ser de otra forma, pues su pureza despertaba mis demonios cuando la tenía así tan cerca.

Con una mirada de ángel, dejó escapar un suspiro, un gemido tímido, que aumentó mi libido, mi gozo me hacía arder por dentro y así despertó mi dureza, esa que muere entre mis piernas y revive dentro de ella.

Porque cuando las musas se arrodillan, los demonios somos sus esclavos. 

©2023 🌙 Luna Küfer✍️ 

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